Si el craso materialismo tuviera razón y lo que llamamos “espíritu” es en realidad una segregación del cerebro – como lo es la bilis del hígado o las hormonas de las glándulas – que se mejora y adapta con la evolución… ¿por qué esta segregación se vuelve loca y se declara dueña del cuerpo? ¿Quién es el “yo” que se supone propietario del cuerpo? ¡Si soy sólo cuerpo! El cartel debería decir “Soy cuerpo” y basta. Pero esto los dejaría en un problema, ¿con qué derecho contrarío lo que el cuerpo define? Es absurdo que si somos materia se quiera ser algo que la materia no ha dispuesto. Tanto el querer ser de otro sexo como el ser eterno son ideas que contrarían la materia, sin duda nacen de un “espíritu” (o de varios). Pero… ¿por qué se le ocurren estas cosas al espíritu…? ¿se volvió loco?
Un materialista coherente nunca contrariaría las definiciones de su cuerpo,
ni siquiera se rebelaría ante la muerte recurriendo a mil artificios para
evitarla, por el contrario, una vez recibido el dato de la caducidad y envejecimiento,
haríamos como el caballo de la zamba que “se fue a la barranca
cansado de trotear”. Un materialista coherente nunca contrariaría las
definiciones de su cuerpo, ni siquiera se rebelaría ante la muerte recurriendo
a mil artificios para evitarla, por el contrario, una vez recibido el dato de
la caducidad y envejecimiento, haríamos como el caballo de la
zamba que “se fue a la barranca cansado de trotear”.
No es concebible, por ejemplo, una hormona que entienda
que todo el cuerpo está para darle el gusto a ella, que el cuerpo sea de su
propiedad, y entonces… ¿por qué la mente del hombre persigue ideas que
rechaza su constitución corporal? Desde este punto de vista es tan inexplicable
el martirio que sacrifica la vida corporal por un “idea” que va contra el
instinto de conservación, como la homosexualidad que se rebela contra su
constitución biológica y entra en un laberinto de disfunciones. Estas son cosas
que dicta un espíritu ajeno o superior al cuerpo. ¿O será cierto que el hombre
es un mono enfermo de espíritu?
Si somos un animal evolucionado lo más lógico sería que
fuéramos unos seres más parecidos a los personajes del Canto de Mundo de
Gionó, donde la corporeidad se hace cada vez más consciente en todas sus
funciones y gracias a ello el cuerpo se perfecciona y especializa frente al
medio. Todo a partir de un psiquismo que se pone al servicio de la materia y no
que la contraría, pues ese psiquismo – como todas las segregaciones
corporales- surge como emanación de sus necesidades.
Parece que en los animales lo psíquico es una función más
del cuerpo y se desarrolla para su mejor funcionamiento (digo “parece” porque
no es tan así ni en los animales). Pero no ha sido así en el hombre. Nos
guste o no, ese psiquismo no solo se siente “dueño” del todo, como muestra el
estúpido cartel que llama a prostituirse o a usar el aparato digestivo como si
fuera reproductivo, sino que reclama que el todo se ponga a su servicio para
fines completamente ajenos a su conformación. Unas veces contrarios al instinto
de reproducción asesinando las crías y, más absurdo aún, rebelándose contra las
más hermosas y placenteras disposiciones biológicas incluidas en el sexo,
movidos por un espíritu realmente incomprensible que no responde al
Dios enajenante de los cristianos, pero tampoco a las definiciones de la
materia. ¿Quién es ese espíritu?
Sabemos que somos un compuesto de cuerpo y alma, una
unidad, pero es al alma a la que le decimos propiamente YO y es a ella a la que
conocemos, siendo el cuerpo un misterio mucho mayor de lo que se advierte al
principio, ya que tiene una vida que ocurre tan fuera de nuestra conciencia, de
una forma incontrolable y desde una energía inexplicable. Y una vez que nos
encariñamos con esa vida, cataplum, el maldito nos falla con alguna enfermedad
que vaya a saber de dónde viene, demostrando que no sólo no es nuestro,
sino que es un terrible enemigo cuyas fuerzas nos exceden con mucho. ¡Los
eslóganes de este mundo idiota son tan fallutos! Ni los cuerpos son nuestros,
ni somos tan libres, ni somos tan dignos… en fin, la pobre mujer que hoy
día revolea el corpiño y se siente tan libre de hacer con su cuerpo lo que le
pega la regalada gana, mañana estará sufriendo alguna terrible enfermedad y
sabrá de la peor manera que su cuerpo no es de ella.
Es el alma la que vive, la que aprovecha lo que siente,
la que piensa, la que se auto percibe, la que a veces disfruta y otras sufre al
cuerpo. Ella es la que se propone fines y en esos fines, la más de las
veces hace violencia al cuerpo y este, rabioso, suele frustrarlos en
forma despiadada. Alma y cuerpo tendrán un equilibrio precario por un
tiempo (no mucho mayor que el de la infancia) pero de a poco se verán
tristemente desencontrados hasta el desencuentro final de la muerte,
donde el alma se lamenta y se siente traicionada por el cuerpo. ¿¡Por qué!? Sin
duda es un mal entendido (si se es materialista), que proveniente de un
alma loca que cree tener una trascendencia sobre el hermano asno, idea
que no se alcanza a saber de dónde le vino.
Desde este punto de vista la vida del hombre, al
revés de los animales, “ha evolucionado mal”, el espíritu ha venido a ser una
disfunción. O por lo menos se ha enfermado gravemente.
Parece ser que esta enfermedad que sufre el hombre se
llama “pensamiento” y proviene de una perversión, que es el deseo de dominar a
los otros.
EL ESPIRITU COMO ENFERMEDAD.
Esta evidencia de que el pensamiento es una enfermedad se
hace filosofía a la salida de la segunda guerra. Reconoce la paternidad del
existencialismo de Sartre pero fundamentalmente es de raigambre
freudiana, se nutre de la “alienación libidinal” de Marcuse (en tensión con
Marx y su alienación puramente económica) y encontró sus mejores exponentes en
Glucksman, Bernard- Henri Levy, Lardreau, Jambet, Benoist, Dollé, Clavel
y algunos otros (se suele incluir a Soljenitsin).
Partiendo de la negativa a ser un “grupo de pensamiento”
(pues sus ideas parecen ser muy diversas), renegando todos al rótulo de
“pensadores” y aun pretendiendo ser muy diferentes entre ellos, sin
embargo se les llamó agrupadamente los “Nuevos Filósofos” franceses y se los
entendió como un movimiento con características comunes. La principal
coincidencia fue la de haber sido criados en el marxismo pero haber
sufrido un posterior desencanto de su origen y haber declarado una hostilidad
implacable ante todo dogmatismo, en especial al dogmatismo marxista, sin por
eso dejar de serlo. Previa estadía en el leninismo y el maoísmo (a los que
entienden caducidad de lo teórico por una praxis pura), lo que finalmente
rechazan es la utilización de la utopía colectiva para establecer, mientras se
espera el mañana que canta, un período tiránico que la más de las veces
llega para quedarse.
En ellos la revolución seguirá siendo la deconstrucción
de las “superestructuras” de poder, tanto las económicas que creó el capitalismo
para dominar al hombre (como bien enseñó Marx), como las libidinales que
creó la Iglesia para el dominio de los hombres, siendo que ambas se refuerzan
mutuamente y se complementan. La revolución ya no debe ser el establecimiento
de una tiranía que derriba las superestructuras (dictadura del proletariado),
pues la clase dirigente se aferra a la tiranía y el mañana liberador nunca
llega. Sino que es un proceso de liberación individual (que luego será
colectiva) de todo sistema de pensamiento político, moral y religioso. El
hito revolucionario por excelencia es el Mayo Francés del 68 y su total
antiautoritarismo. Ninguna “dictadura” intermedia.
Las obras que produjo este movimiento fueron convertidas
en best sellers de enormes tiradas y con un éxito económico como nunca vio la
filosofía. A pesar de las dificultades de su lectura la publicidad las imponía
a quienes “deben” estar al día. Apenas adquiridas las nuevas categorías
conceptuales (más por efecto de la divulgación en revistas que por la lectura
de los libros), lo que les quedaba en el caletre a los jóvenes estudiantes era
la profunda idea de que para el advenimiento de un mundo mejor había que
tirar la chancleta. Byung- Chul Han, con el diario de mañana, contesta aquella
sentencia de Lenin “el capitalismo venderá la soga con la que será ahorcado” y
nos enseña que la burla del neoliberalismo es el de haber convertido al
marxismo en una rentable mercancía de consumo. Rencilla entre dos truhanes de
la que todavía no sabemos quién mató a quién, o quién vendió a quién.
Sería Dollé, con el título de un libro, quien expresara
la genial idea madre: “El Odio al pensamiento”. El
“pensamiento” es todo intento doctrinario sobre el que reposa cualquier tipo de
“poder” que hace de los hombres “títeres intelectuales”. Lo ha sido el
cristianismo, productor de la enajenación medieval que sostenía el “Anciene
Regime” con su violencia inquisitoria; el racionalismo capitalista con su
violencia industrial, el racismo nazi de los Auschwitz y luego el comunismo
de los Goulag. El Estado moderno y revolucionario se dice “liberador”
pero no nos ha liberado de nada, sino que ha ido suplantado a la
Iglesia del medioevo con nuevos “sistemas de poder”, todos producidos por
el “pensamiento del amo”. Poder que antes fuera asentado en la teología y luego
en la ciencia, pero con el mismo resultado.
La enajenación se ha hecho una segunda naturaleza y el
hombre moderno, temeroso de la libertad (Fromm), busca él mismo esclavizarse
para sentirse seguro y con ello crea sus “amos” y refugia su inseguridad en una
doctrina. Han, agregará que la gran novedad del neoliberalismo es que
penetra el psiquismo como una religión materialista que trabaja desde dentro y
no necesita violencia externa, el hombre es explotado por sí mismo a
niveles nunca vistos en la historia, ni por los peores amos que se recuerden.
El posmoderno se exprimirá hasta el “burnout” (estrés crónico), que es el
martirio capitalista en pos de la productividad personal.
Estos Nuevos Filósofos vieron la salida en el Mayo del 68
que da una primer patada liberadora (no hay que olvidar que en ese mismo año en
Medellín, se daría el inicio de la Teología de la Liberación, síntesis de
marxismo y catolicismo). Liberación que no es de las gentes comunes sino de los
intelectuales (profesores y estudiantes) que son la vanguardia, quienes deben
ser los “ángeles rebeldes” frente a los “amos”. El Ángel es
un libro de Lardreau y Jambet, y es “el rebelde” por definición, el perenne
adversario de los amos, el irreductible enemigo de los tiranos “Nos
hemos dado esta consigna: que el ángel venga. Las presentes páginas
se destinan a crear, en leves torbellinos, el llamado”.
Soljenitsin satisfará las derechas, pero es también un héroe de esa izquierda
que ayuda con sus denuncias a soltar el dogma marxista y denunciar la tiranía,
dejando de “pensar sistemas integrales” para pensar los problemas cotidianos de
la gente, los problemas que aquejan al hombre una vez que ha sido liberado del
“sistema del amo” y dichos problemas puedan salir libremente a la luz con sólo
quitarle la tapadera de una moral de dominio, ya sea cristiana, capitalista,
comunista o la que fuera. (Soljenitsin será colaborador de la Revista
Concilium, de la que trataremos más adelante)
André Glucksman decía: “Los intelectuales magos
que aportan al pueblo soluciones generales y definitivas tienden a desaparecer.
Viene otra manera de ser intelectual más modesta. La manera de actuar sobre
puntos precisos”. Nada de pensar soluciones universales, sino
avocarse a los problemas cotidianos y concretos del hombre común,
para resolverlos fuera de consignas y compulsiones que ocultan propósitos
de dominación. Esto comienza con la consigna “sesentayochentesca” de impedir
toda coerción y dejar en libertad toda “insurgencia”- “prohibido prohibir”
– ya sea étnica, regionalista, ecológica, antinuclear, feminista,
homosexualista, indigenista y etc., etc., siempre que se mantengan al
margen de construcciones ideológicas. Basta de cosmologías. Hoy vemos ese
pensamiento “sobre puntos precisos” y desasidas de cosmologías, triunfante y
esponsorizado por las grandes usinas financieras masonas, hecho credo en el
burgués atontado.
Aunque esas “insurgencias” puedan ser bobas,
contradictorias y hasta científicamente erróneas, no importa. Son procesos válidos
de liberación mediante los cuales el hombre pierde el miedo a la libertad,
ensaya sus primeros pasos sin patrones y puede destrabar esa relación de
esclavo-amo que les creó la superestructura. Entre las más bobas vemos la del
lenguaje inclusivo, pero es de una gran significación como liberación de
superestructuras; soltar la gramática es tirar el último contacto que la
inteligencia moderna tenía con la lógica.
En esa escuela hubo católicos, como Clavel, que dan por
terminada la filosofía y la teología cristiana: Dios es una experiencia del
alma que se puede “sentir” pero no expresar. Clavel ha sido arrebatado por Dios
en su habitación como San Pablo camino a Damasco y esto lo ha
hecho tomar conciencia de una religión sin intermediarios: “Sólo Dios puede
hablar de Dios” y el hombre, cuando hace doctrina, en
realidad manipula en favor de alguna ideología de poder. Lo que corresponde al
hombre de Iglesia es abandonar su pertenencia institucional y dedicarse a
solucionar los problemas concretos de los fieles. (Algo muy parecido dirá
Ratzinger más abajo)
Glucksman expresa estas ideas en su libro “La
cocinera y el comedor de hombres”. “La Cocinera” era para Lenin lo que
nosotros decimos “Doña Rosa”, el hombre común. Lenin entendía que el poder una
vez librado de las superestructuras económicas debería poder ser ejercido por
una simple cocinera. Hoy vemos en Argentina a la “oposición” (supuestamente de
derecha) enarbolar estas banderas de los “problemas cotidianos” contra la
izquierda que, aunque es principalmente ladrona y resentida, esboza
alguna dogmática política residual de sus horas universitarias y por ello son
atacados desde la corrección política de quienes se han
autoimpuesto renunciar a todo “pensamiento”, declarándose libertarios a
ultranza y guardando – sin saberlo, muchas veces – bajo siete llaves,
tras esa supuesta libertad, el secreto de la cosmovisión masónica y su
mesianismo judío. Los planteos de política “minimalista” – por ejemplo
municipalista para solucionar problemas cotidianos, sanitaria frente al aborto
y contraconcepción, o universitaria frente a la desculturización- de
algunos católicos sedicentes tradicionalistas, responden a esta misma
defección intelectual de una visión integral, ocurrida desde hace tiempo. Defección
de la inteligencia que nos sorprende al verla aparecer en grupos conservadores
que a pesar de visitar a veces la Vieja Misa (¡¡resumen de la alienación si la
hay!! ¡Mea culpa! ¡Non sum dignus!) se mesan los cabellos cada vez que algún
viejo cura repite en un sermón la doctrina católica del poder.- https://adelantelafe.com/carta-a-los-criticos-del-estado-confesional/
Si bien miran no es difícil encontrar a Bergoglio en
estas ideas, ni el darse cuenta que el camino Sinodal es esto mismo. Francisco
es un hombre de esa época y su repugnancia por la “doctrina”, más la
trivialización de los “lugares” teológicos, lo hace el perfecto ejemplo del
“ángel rebelde” de Lardreau y Jambert. En Ecuador dio un ejemplo al
definir qué fueron los movimientos de liberación en América, “Un
movimiento que nació de la conciencia de la falta de libertades, de estar
siendo exprimidos y saqueados, sometidos a conveniencias circunstanciales de
los poderosos”. Toda una enorme falsedad que arrastra por el piso,
tras la remanida calumnia a la España Imperial, el prestigio de la Iglesia
Católica que se había jugado expresamente en la Conquista. Allí mismo insiste
en ir contra las “Propuestas integracionistas en la sociedad” … “La
unión que pide Jesús no es uniformidad, sino la que atrae multiforme armonía”.
Llamó a “luchar por la inclusión a todos los niveles para evitar una
búsqueda estéril del poder a costilla de los más pobres, de los más excluídos”.
Allí mismo ya hablará de la inconducencia de la acción adoctrinante de la
Iglesia (América es la gran “víctima” de este espíritu de dominio católico),
por una evangelización que es acompañamiento (o complicidad) en la condición
humana.
Los que tienen memoria deben acordarse que Ratzinger
refirió las ideas de Francisco a este movimiento que señalamos. Lo dijo a su
manera en aquella carta del 2019 sobre La Iglesia y la Sexualidad,
carta que surgía a la salida de un sordo e irónico entrevero intelectual entre
los dos Papas (que confesaban mutuamente no haberse leído) y en la que el
renunciante evidencia las fuentes filosóficas del jesuita. El problema de la
Iglesia y su caída moral, nos decía el alemán, no había sido por efecto
del Concilio Vaticano II sino del Mayo del 68 (el período del 60 al 80, el de
los Nuevos Filósofos), donde “la teología moral católica sufrió
un colapso que dejó a la Iglesia indefensa ante estos cambios en la
sociedad”. No entendió, o no quiso entender, que si bien los cambios
en la sexualidad entraron en la Iglesia a través del Mayo Francés (ya que los
textos del Concilio no promovían este desenfreno), la “indefensión” a la
que se refiere sí provino del derribo del concepto de autoridad que hizo el
Concilio, más la forzada visión naif del mundo moderno con que
se expresaba. Específicamente la entrada del vicio nefasto se provocó por la
asistencia de los sacerdotes y seminaristas en las universidades, que
fueron el foco de la revuelta.
El viejo cardenal quería exculpar de las derivas
“ultramodernistas” al Concilio poniendo como su fruto adecuado a la Veritatis
Esplendor y como ejemplo de católico a Juan Pablo II. Es decir, una moral del
bien y del mal, que no responde ya a superestructuras de poder ni se impone en
forma disciplinaria, pero que pone coto al desenfreno aportando criterios a las
conciencias libres. Los Padres Conciliares entendían que el hombre de la
modernidad reconocería con agrado el aporte mitigador de la orgía si la Iglesia
daba muestras inequívocas de carecer de toda pretensión de poder político. Así
se acercaría a la Iglesia sin sospechas de segundas intenciones fuera de lo
moral, y de una moral que ya se había salido del cerco de la infalibilidad en
la que sólo quedaba la fe. La entrega simbólica de la Tiara Papal a la ONU era
el gesto por excelencia.
Sin embargo no podemos tampoco dejar de ver las
coincidencias de los Nuevos Filósofos tanto con Benedicto XVI como con
Juan Pablo II, cuyos esfuerzos por la liberación de la dogmática comunista del
poder – dejando a salvo ciertas bases intelectuales – y que fueran el caballito
de batalla de aquel papado, se hicieron tan en consonancia con aquella
generación de filósofos (teniendo estos últimos un protagonismo bastante mayor
que el que se le da a Juan Pablo II en la caída del muro, que se hizo más por
lo ideales libertarios que por los católicos). También ellos partían de una
base evidentemente marxista de desmantelamiento de toda dimensión política de
la Iglesia, o diríamos con ellos, de “deconstrucción de las superestructuras de
dominio”, lo que es un tarea política, pero para despedirse de lo político. En
la Revolución, tanto el proceso deconstructivo como el de la tiranía, se
anuncian como pasajeros y resultan su única realidad.
No nos engañemos, Ratzinger también formaba parte de la
mentalidad de los Nuevos Filósofos, del Odio al Pensamiento (rechazo del
doctrinarismo) y de la idea marxista de liberación de las “superestructuras”.
Fue famosa la frase de Ratzinger que impresionó a Pablo VI y que lo llevó a ser
un “joven teólogo” de fama: “Dios a través del proceso histórico, nunca
ha estado del lado de las instituciones, sino siempre del lado de los que
sufren, de los perseguidos” (Corriere della Sera 21 de abril de
2005). Estas ideas liberales inclinadas a la izquierda lo llevaron a la
cátedra en Tubinga de manos de Hans Kung pero y a pesar de que las
profería en la evanescencia del ámbito universitario, envueltas en un halo
poético, si ponían en guardia a las mentes latinas sobre el desenfreno
moral que claramente anunciaban (Calmel lo pronosticaba expresamente un
tiempo antes), no insidían en la ingenuidad germana del teólogo, lo que le
impidió ver la relación de causa y efecto con el desbarranque de la sexualidad.
Había contribuido en los dichos y en los hechos al
desmantelamiento de toda posible supervivencia de una “superestructura de
poder” en la Iglesia, había socavado las admoniciones conque la autoridad
contiene la deriva de nuestra naturaleza, sostuvo el “odio al
pensamiento” muy al estilo de Clavel, criticando la rigidez estructural tomista
y proponiendo la experiencia inmanente; había aceptado el retiro de lo moral
del cerco dogmático para dejarlo en la nebulosa de la conciencia (Newman) ¡y
luego se extraña ante la debacle moral!
En la misma carta en que pretende exculpar al Concilio
por las derivas en la perversión sexual dentro de la Iglesia, reafirma los
errores del Concilio y continúa la tarea deconstructiva: “Dios se ha hecho
hombre por nosotros. La criatura humana le es tan sumamente cara que se ha
unido a ella y así ha entrado de manera concreta en la historia humana. Habla
con nosotros, padece con nosotros y ha asumido sobre sí la muerte por
nosotros. De ello hablamos en teología exhaustivamente, con doctas
palabras y pensamientos. Y sin embargo, ahí reside precisamente el
peligro de hacernos dueños de la fe en lugar de dejarnos renovar y
dominar por la fe”. Y en algunos párrafos posteriores consagra su
hostilidad contra una Iglesia “Política”: “… la iglesia muere en las
almas”. En efecto, la Iglesia hoy se ve en gran medida sólo como una especie de
aparato político. Se habla de ella en la práctica sólo con categorías
políticas, y eso vale también para los obispos, que se formulan su imagen de la
Iglesia del futuro en términos casi exclusivamente políticos”.
“Sujeción y libertad del pensamiento católico” rezaba
la obra de Hartmann y con ella se introducía al católico en un laberinto de
contradicciones que podían divertir a los intelectuales de aquellas universidades
teutonas, pero de las que los seminaristas solían salir con pocas ideas y sin
ropa interior. El poético Hiperión de Holderin todavía producía ecos en las
paredes de Tubinga y Ratzinger gozaba con estas mismas contradicciones
que lo hicieron famoso, seguro de poder sobrellevar él las consecuencias de su
“des-integrismo”, que era el desafío de la nueva generación de sacerdotes
católicos. Cuenta Kung que los alumnos de Tubinga ponderaban los planteos
novedosos de Ratzinger, que anunciaban maravillosas insurgencias, pero
deploraban sus conclusiones retardatarias y mezquinas. Kung, mejor dispuesto a
las “experiencias liberadoras”, lo insultaría y lo compararía con el Gran
Inquisidor de Dostoievski por su “miedo a la libertad”. Perdiendo el favor
de la trinidad modernista de Tubinga: Kung, Rahner y Schillebeeckx , buscó
salida por Ratisbona con su admirado Urs von Balthasar y otros “modernistas
moderados” como Bouyer, De Lubac y Medina. Con estos funda la revista
“Concilium” para defender al Concilio Vaticano II de las derivas exageradas, es
decir, todo eso que expresa en la carta mencionada y que fue la ambigua batalla
de su vida, o mejor dicho, la batalla de su vida por la ambigüedad. (En
la presentación de la revista hacía Balthasar un juego etimológico entre
Concilio e Iglesia, demostrando que significaban lo mismo y que por tanto, eran
lo mismo).
El Novus Ordo, que tanto defendieron, sabían que
era la obra maestra de la des-jerarquización social del sacerdocio y de
la Iglesia, el derribo consciente de una “superestructura de poder” que le era
solicitado por las fuerzas del “mundo”. Era evidente que la vieja Iglesia
remachaba en cada Misa su constitución piramidal para sostener la
alienación de los fieles cristianos con el permanente “non sum dignus”, y que
había que sacarla ya de circulación en pos de una pertenencia más “digna” y no
tan subordinada. Pero esa deconstrucción debía ser protegida para no llegar
hasta el punto de degenerar en el libertinaje al que se arriesga cada avance de
libertad. El precio de la libertad suele ser la perdición, precio
que los modernistas de avanzada pagaban con gusto revolcándose en su barro y
negando el infierno, pero que los moderados trataban de evitar ante el horror
desatado en la moral sexual de la curia. Horror que sinceramente sufrían sin
notar que ellos habían derribado los muros de contención que lo permitieron.
En la mencionada carta, el papa Emérito da cuenta del
testimonio de un cura pedófilo que hace poner los pelos de punta; el pedófilo
violaba una “monaguilla” ofreciéndole su cuerpo con las palabras de la
consagración. Ciertamente su rechazo y su horror son sinceros. Como buen
liberal, nunca pensó que por aflojar el cíngulo un cura podría llegar a violar
un niño.
Vale la pena escuchar las ponderaciones de un cura
tradicionalista sobre los efectos del Novus Ordo: “Las tres
principales deficiencias que uno encuentra – en la Nueva Misa– son
la de disminuir gravemente la afirmación de la Presencia Real … , el ocultar el
aspecto sacrificial de la misa, y particularmente el aspecto expiatorio…
; y finalmente debilitar el sentido de la jerarquía y la distinción
entre el Sacerdote y los fieles (recitación del Canon en voz alta) .https://laportelatine.org/formation/crise-eglise/nouvelle-messe/des-fruits-venus-de-la-nouvelle-messe
pues este debilitamiento de la jerarquía era un asunto
tenido en cuenta y buscado expresamente por los reformadores.
FRANCISCO, EL ANGEL
Francisco descree de “los pensadores”, quiere salir
de los planteos “abstractos” de liturgia o teología, pero no porque sea un
obtuso ni un ignorante de la doctrina católica, sino desde esta
perspectiva de un neo marxismo bastante alambicado. La diferencia con su
predecesor es su total falta de horror al pecado, los daños colaterales de la
revolución no lo asustan, “nuestra fe es revolucionaria” repetía (título de un
libro sobre su personalidad), y sus permanentes acogimientos de perversos a las
audiencias vaticanas (y hasta sacrílegas comuniones), han sido efectuados
para quitar importancia al pecado, como quita importancia el revolucionario a
las víctimas de la guillotina o del tiro en la nuca, en pos de un mundo rectificado.
Aquellos planteos doctrinarios, que conoce bien,
son “pensamiento”, es decir “doctrina”, a la que él llama “ideología”,
porque sabe que responde a una etapa en que la Iglesia pretendía poder sobre
las personas, autoridad. Él tiene “odio al pensamiento” y se dedica
a escuchar para solucionar los problemas concretos de los católicos, que son
triviales, sí, no se le oculta, y que también suelen ser
perversiones de una libertad para la cual no están preparados todavía. Se
les tiene que permitir – o mejor dicho instigar – la “insurgencia”, a que
“hagan lío… un lío que nos dé un corazón libre, un lío que nazca de haber
conocido a Jesús”, a fin de que librados de la superestructura “ideológica”
de la vieja religión, liberación producida por el Concilio Vaticano II que ha
abandonado el “pensamiento del amo” y que ya no quiere “regir” ni dominar con
el “pensamiento”, puedan los problemas cotidianos de los fieles surgir
espontáneamente. Se consultarán por la vía sinodal: divorcio, ecología,
homosexualidad, feminismo, emigración, indigenismo, y algunas otras picazones
en los fondillos son los verdaderos planteos que aquejan a los fieles y no el
filioque o el cambio del ofertorio en la misa. Asuntos que podían preocupar a
un “pensamiento de poder”.
Se puede entender que el fiel atrasado tenga miedo a la
libertad, que necesite un “amo” (¿un Señor?) y que busque el refugio del
esclavo en una doctrina. Eso es el Tradicionalismo, al que hay que darle
tiempo, tenerle paciencia, pero hacer movimientos para liberarlo, para que se
atreva a la libertad. Es quizá más fácil liberar a los conservadores, que no
tienen ideas sino “cosas”, y es cuestión de hacérselas perder. Y así como
hay varios que de susto a las derivas morales más se abroquelan a la doctrina
(y no debe escandalizarnos que no pocos responden más al “miedo a la libertad”
que al amor por la Verdad), muchos más son los que van entrando en el
proceso de abandonar las cosmologías y dedicarse a tratar los problemas de sus
prójimos (¡cada vez más próximos!) desorientados y acordar con Francisco.
Después de todo, es cierto que ya en cada casa católica hay un divorciado, un
homosexual, una feminista, un ecologista y varios idiotas, que tras un falso
concepto de la misericordia nos arrastrarán tras sus vicios y defecciones.
¿Estoy exagerando con este neo marxismo? El documento
sinodal salido de los Obispos argentinos dice. «Es importante
construir un modelo institucional sinodal como paradigma eclesial de
deconstrucción del poder piramidal que privilegia las gestiones unipersonales. «
La adhesión a los postulados neo marxistas es clara y patente, es el
“magisterio” de Bergoglio que expresan sus predilectos alcahuetes que, como
buenos perros, después de esa frase piden una galleta y probablemente reciban
(como Poli) una patada por obvios.
VOLVAMOS AL CUERPO Y AL ESPÍRITU.
Nos resultaba llamativo este espíritu que en el
materialismo surgía del cuerpo y que inexplicablemente lo contrariaba.
Sabemos la resolución del problema en cristiano, comenzando porque el espíritu
se infunde por el Creador a la materia con el alma inmortal y no emana o
se segrega del cuerpo, al que por el contrario de lo que se supone, le da
la vida. Vida que al ser compartida con Dios es ya de una misteriosa felicidad
de equilibrio del compuesto por efecto de lagracia en su condición paradisíaca;
vida terrible y trágica del desencuentro de los coprincipios en su
condición escindida por la muerte acarreada por el pecado; pero
vida renovada increíblemente maravillosa en la condición redimida, que da al
cuerpo – que se hace dócil al Espíritu – su sentido de Ofrenda,
premiándolo con la resurrección. Ya la muerte y la contradicción están
entornadas del dulce misterio de una vida de expiación, que lleva al retorno y
reencuentro con su Creador en Su misma Vida.
Pero ¿cómo justifican estos pensadores la pugna entre el
cuerpo y el espíritu a pesar de su materialismo? ¿Qué es ese espíritu que
declara: “el cuerpo es mío” y hago de mi panza un tambor y de mi traste un
florero? Aún contra la evidencia biológica. ¿De dónde surge esta tensión
y cómo se resuelve?
Jean Dollé expresará genialmente el espiritualismo de un
materialista: “Ustedes obedecerán a sus puercos. Yo no me someto sino a
mis dioses que no existen”. ¡¡Qué vivo!! ¡Así yo también!
La gran mayoría de ellos aceptarán y entenderán que eso
que llamamos espíritu, nos reclama ciertos aparentes absurdos. Absurdos
que surgen en el arte y desde el arte (no en las teorías ni en las ciencias).
Para la razón científica resultan inexplicables y son sólo intuidos por
la experiencia estética, hasta que se hacen evidentes cuando lo poético-
profético se hace historia. ¡Uff…! expliquemos:
El artista, el poeta de cada tiempo, expresa una idea que
surge de una experiencia estética que nadie comprende en su momento. Esa idea
estética es fruto de la reacción del poeta contra la acción enajenante del amo,
del déspota y del tirano (Cristo ante el Dios veterotestamentario, por
ejemplo). El poeta se rebela, es el Ángel Rebelde (como Lucifer ante el Dios Tronante),
y construye un mito poético, mito que se hace carne de a poco y transforma
desde dentro a las gentes produciendo una civilización que realiza en sí misma
el mito. La Ilíada y la Odisea de Homero hacen Grecia, La Eneida de Virgilio
hace a Roma, La Biblia hace a la Cristiandad. “Poco importa –
nos dice Dollé – que el Cristo haya existido o no, poco importa que la
Biblia cuente cosas que no han existido jamás, lo que importa es que han
quedado …”. Y al haber estos mitos influido en los hombres han
hecho la historia. La solución es “suscitar y desarrollar un movimiento
filosófico y poético” que construya el próximo período a partir de la
rebeldía contra el “amo” actual. Por supuesto que hoy no vamos a entender
la experiencia poética que fundará el futuro; nos puede parecer loca, absurda,
ininteligible y hasta degenerada. Siempre será una “insurgencia”, hasta que se
haga historia y se devele.
Un retardado como yo puede pensar que el mundo artístico
de nuestra época son un montón de maricas degenerados e imbéciles a los que
otro montón de vivos han convertido en un negocio, y que no entiendo qué
tiene de estético lo antinatural, sobre todo habiendo tan convenientes
naturales maneras ¡pero no! ¡Hay que darle tiempo a la “experiencia estética”!
Es probable que la represión sea parte de la concreción y en esto yo forme
parte del poema al maltratarlos ¡claro que la clarividencia es dolorosa! (según
dicen…) y así como tenían que morir Sócrates y Cristo de manos de los esbirros
del poder constituído, tendrán que sufrirme estos retambufas hasta que todos se
hagan de la retambufa y la historia me vomite (para lo que mucho no falta).
Si queremos concluir sobre qué es ese “espíritu”, ese dios que no existe y al que obedecen y adoran los materialistas, que contraría la propia lógica de la materia; de una materia que se niega a sí misma para autoconducirse a un estadio de síntesis científicamente inconcebible, pero poéticamente anhelable; esa emanación que se antoja trascendente pero que sin embargo surge de la inmanencia… Si queremos saber algo sobre ese “espíritu”, repito … no nos queda otra que hacerles caso y vernos obligados a recurrir, como ellos, al simbolismo de una mítica luciferina. Porque es también para nosotros casi imposible privarnos, para la explicación de sus ideas, de una presencia satánica. De una especie de “estado de desgracia”.
• DARDO JUAN CALDERÓN, es
abogado en ejercicio del foro en la Provincia de Mendoza, Argentina, donde
nació en el año 1958. Titulado de la Universidad de Mendoza y padre de numerosa
familia, alterna el ejercicio de la profesión con una profusa producción de artículos
en medios gráficos y electrónicos de aquel país, de estilo polémico y crítico,
adhiriendo al pensamiento Tradicional Católico.
Fonte: https://adelantelafe.com/el-odio-al-pensamiento/?fbclid=IwAR1Dg1U7Tx8hNtZq1-J8fAu58snR2Hm7iAUpvwxs2rAjE4MT4nY1R-EIxTA