José María Hernández
1. En
la Catena Áurea, santo tomás suele
poner comentarios discordantes de los padres. En el caso que nos ocupa, S. Agustín, al
parecer, niega que el hombre malo pueda hacer obras buenas, y San Jerónimo dice
lo contrario acá: “Preguntemos a los
herejes, que admiten en sí mismos dos naturalezas contrarias si, según su modo
de pensar, un árbol bueno no puede producir malos frutos, ¿cómo Moisés, árbol
bueno, ha pecado junto a las aguas de la contradicción (Núm 26,72), San Pedro
negó al Señor en la pasión diciendo: ‘No conozco a ese hombre’, y el suegro de
Moisés, árbol malo que no creía en el Dios de Israel, le dio un buen consejo?”
2. Concentrémonos ahora en esa cita de san agustín puesta por santo tomás en la
Catena Áurea. Esta cita del Opispo de
Hipona ha quedado reprobada por el Concilio
de Trento, si se entiende que en ella San Agustín afirma que un hombre malo no
puede hacer obras buenas, y que, por tanto, y al no existir los actos
indiferentes en concreto, todo lo que hace es pecado. En la época de San Agustín,
ese punto era opinable, al no haber sido definido por la Iglesia. Santo Tomás,
por esa misma razón, pone en la Catena Aurea
esta cita: “De aquí deducen los maniqueos que un alma no puede volverse
buena, ni una buena en mala, como si se hubiese dicho: “No puede un árbol bueno
convertirse en malo, ni un árbol malo volverse bueno”. Lo que se ha dicho es: “No
puede un árbol bueno producir malos frutos”, ni lo contrario. El árbol es el
mismo hombre. Los frutos son las acciones del hombre. No puede, por lo tanto,
un hombre malo hacer obras buenas, ni uno bueno hacerlas malas. “Luego, si el
malo quiere obrar bien, es preciso que primero se haga bueno. Mientras uno es
malo, no puede hacer obras buenas. Puede suceder que lo que fue nieve no lo
sea, mas no que la nieve sea caliente. Así puede suceder que el que fue malo no
lo sea, pero no se podrá conseguir que el que es malo haga cosas buenas, pues,
aunque alguna vez es útil, esto no lo hace él, sino que se realiza en él, haciéndolo
la divina Providencia”.
3. Santo Tomás dice en la Suma Teológica (II-II, q. 10, a.4): “Los infieles carecen ciertamente de la gracia; sin embargo, permanece en ellos algún bien de la naturaleza. De donde está claro que los infieles no pueden obrar las obras buenas que proceden de la gracia, a saber, las obras meritorias. Sin embargo, pueden de alguna manera realizar las obras buenas para las que basta el bien de la naturaleza. Luego, no es menester el que pequen en todas sus acciones”. De nuevo: el infiel (árbol malo) puede hacer obras buenas (buenos frutos).
4. El
Concilio Tridentino, s. 6, cn. 7, define que los actos con los que el pecador
se dispone positivamente para la justificación no son pecado. Esta verdad es de
fe divina y católica definida (Dz
817, can. 7): “Si alguno dijere
que las obras que se hacen antes de la justificación, por cualquier razón que
se hagan, son verdaderos pecados o que merecen el odio de Dios; o que cuanto
con mayor vehemencia se esfuerza el hombre en prepararse para la gracia, tanto
más gravemente peca, sea anatema”. Por
“pecador” se entiende a la persona que se encuentra en estado de pecado mortal.
Si al pecador se le aplica la analogía bíblica de los árboles y los frutos, ¿se
le debe calificar como árbol bueno o como árbol malo? como árbol malo, por
supuesto. ¿y esos actos que el pecador es capaz de hacer y que “no son
verdaderos pecados”, ¿son frutos buenos o son frutos malos? obviamente son
frutos buenos. ergo...
5. El P. Maldonado pone, en la cita publicada aquí, esta postura de San Agustín en relación con Trento: “Nor is the opinion (lately condemned, with justice, by the Council of Trent) to be held, that all the works of sinners, or even of infidels, are sin, although S. Augustin himself (iv. 3, Cont. Julian., and iii. 5, Cont. Epist. duos Pelag.] and Prosper (Sentent. cvi.) seem to have held it, and some Catholic divines have defended it. They have, therefore, asserted that a good tree, in that it is good, cannot bring forth evil fruit, nor an evil tree, as it is evil, bring forth good fruit”. Traducción: “Ni es una opinión para sostenerse (condenada últimamente, con justicia, por el Concilio de Trento) que todas las obras de los pecadores, o incluso de los infieles, son pecado, aunque el propio S. Agustín (iv. 3, Cont. Julian., y iii. 5, Cont. Epist. dúos Pelag.) y Próspero (Sentent. cvi.) parecen haberla sostenido, y algunos teólogos católicos han defendido. Ellos han afirmado, entonces, que un buen árbol, en tanto que es bueno, no puede producir mal fruto, ni puede un árbol malo, en tanto que es el malo, producir buen fruto”.
6. Finalmente, una cita lapidaria de la Suma de Teología Escolástica (bac, 1961, vol. 3, pág. 508)
sobre el pasaje de los árboles y los frutos buenos y malos: “Mt 7,18: No
puede árbol bueno dar malos frutos, ni árbol malo frutos buenos; es así que el
pecador es árbol malo, cuyos frutos son sus obras; luego el pecador no puede realizar
obras buenas. Respuesta. a) Cristo habla de los falsos profetas, cuya doctrina de suyo [cursivas nuestras] no puede dar
buenos frutos. b) Devolvemos el argumento, en cuanto que de él se seguiría que
el justo no puede nunca pecar, ya que es árbol bueno; lo cual es falso. c) Las
palabras de Cristo contienen el modo proverbial de expresarse, el cual modo de
hablar indica lo que comúnmente suele acontecer, no en cambio lo que sucede
siempre”.