quinta-feira, 16 de agosto de 2012

El neo-nestorianismo actual


A propósito de la película
“La última tentación de Cristo”


R. P. Álvaro Calderón


[Artículo originalmente publicado en el
Suplemento Doctrinal de la Revista Iesus Christus N° 48]


¡Tan desfigurado estaba su aspecto! Isaías 52, 14

Tan débil parece hoy nuestra Iglesia, que del mundo ya casi sólo esperábamos indiferencia. Pero preciso es confesar que no es así. Apenas se logra enredar algo católico en un escándalo, son toneladas de basura lo que los “medios de comunicación” descargan sobre los cerebros de la gente. O ante el más leve movimiento vital del catolicismo no deja de sorprendernos la gritería que se arma. Esto no nace sólo del desprecio, es señal de interés en muchos, y en otros, parece... de miedo. Después de dos mil años de historia, han aprendido a desconfiar de la Iglesia, aunque la vean muriendo.
No está aquí lo más grave. Estos son enemigos declarados, enemigos “tradicionales”, que recibimos por herencia junto con la fe. Lo verdaderamente grave es el cáncer que carcome hoy al catolicismo desde dentro. Hasta los principales órganos están infectados con los principios del enemigo y, como pasa con el cáncer, mientras más se quiere vivir más pronto se muere, porque las mismas funciones vitales de la víctima sirven para agravar el mal. Al enterarnos que el Arzobispado había pedido que se suspenda la emisión del blasfemo film de Scorsese, “La última tentación de Cristo”, dijimos: al menos algo hicieron. Poco después hubo que cambiar el juicio: más vale no se hubieran movido. ¿Por qué?
Por lo dicho. El pedido se hace en nombre de la libertad de ver televisión: “La proyección del film lesionaría la libertad, no sólo de los cristianos, sino de todos los conciudadanos a los que no nos basta no ver algo porque nos parece que está mal, resignándonos y apagando el televisor; queremos ver buena TV y, además, que no nos ofenda.”[1] Pues bien, en nombre de esa misma libertad caerá sobre la jerarquía eclesiástica una verdadera lluvia de piedras, y más de una parece haber dado en el blanco: “Hay millones de católicos que deberían reclamarle a su Iglesia el derecho a ser adultos... Quarracino no puede, ni por un momento, contener al gigante fascista que lo habita. Ese es el problema real.”[2] Arrepentido, unos días después el Arzobispado se excusa de autoritarismo por medio de la Agencia Informativa Católica Argentina (AICA), haciendo sólo algunas breves advertencias “de manera tal que, sabiendo qué es lo que van a ver, los fieles puedan elegir libremente el querer o no afrontar su sensibilidad religiosa con la problemática presentada por el autor”[3]. Lo mismo hará el Padre Balsa, firmante del pedido de suspensión, en un debate por televisión, donde “cuestionó a quienes lo acusaron de querer el levantamiento de un film sin haberlo visto: «Para saber que el dulce de leche es dulce de leche o que el veneno es veneno no tengo necesidad de probarlo. Pero hay que bendecir sobre todo la libertad»”[4] ¿Qué se había logrado? Dar mayor publicidad a la película y más vergüenza a la Iglesia. Será el obispo de San Isidro quien de todo esto saque una sabia conclusión: “Casaretto admitió que la Iglesia todavía no encontró la forma de armonizar el respeto a toda manifestación creativa del hombre y «el cuidado de la fe de nuestro pueblo».”[5] ¡Ciertamente, para tan ímproba tarea no alcanzan ni dos mil años! Pero, ¿se trata solamente de un indebido respeto al error que impide defender eficazmente la doctrina católica? Por desgracia, en esta escaramuza, se manifiestan enfermedades aún más graves y profundas. En el comunicado de AICA se expone el argumento del film: “Con las copias [de la película] se consultaron a distintas personas para que dieran a conocer su opinión. Los resultados, casi unánimes, fueron los siguientes... Scorsese presenta un Cristo en el cual se juega la lucha entre el espíritu y la carne. La lucha es instrumento para que el carpintero colaboracionista del poder romano, llegue a la conciencia mesiánica y de un Mesías que ha de sufrir. El espíritu va triunfando y es probado en el desierto. Este es un punto clave, la tentación es la de ser Mesías sin pasar por la cruz, quedando solamente el poder como salida.” Ante un Cristo en el que lucha el espíritu contra la carne y que llega por esa lucha a la conciencia mesiánica, ¿qué opinan las personas consultadas? Llegan a las siguientes conclusiones: “La problemática esencial de esta narración es la de la conciencia de Jesús, asunto que han tratado de dilucidar teólogos de todos los tiempos. Se trata de un aspecto teológicamente difícil. Romano Guardini ya señalaba la profundidad de este Misterio. En la fe debemos contemplar ambas realidades, la gradualidad de la conciencia humana y el caso único de Jesús, teniendo en cuenta que la Encarnación del Verbo, lo lleva a dejar de lado la condición divina para asumir verdaderamente la condición humana, lo cual, esencialmente, nos lleva a reconocer la lucha propia en el Dios hecho hombre. Sería importante advertir de manera tal que, sabiendo qué es lo que van a ver, los fieles puedan elegir libremente el querer o no afrontar su sensibilidad religiosa con la problemática presentada por el autor. Estas opiniones son las que se transmiten a las empresas con las que primeramente se estableció contacto.” Parece no haber un problema doctrinal, sino sólo de sensibilidad religiosa ante temas difíciles (nada dicen allí de las odiosas escenas blasfemas del film, quizás lo den por supuesto).
La misma impresión dejan las noticias publicadas. En el debate antes mencionado, según el diario, el P. Balsa “admitió que el film puede llegar a herir la sensibilidad de un creyente medio. «El impacto de algunas imágenes pueden hacer efecto en los adolescentes o en personas de fe sencilla, que no son ignorantes y a lo mejor buscan un Cristo tipo Hollywood, imagen que tampoco me gusta».” Para el P. Graham, profesor de teología, “la inquietud de Scorsese es apasionante y necesaria, pero el planteo que refleja la película no fue el camino buscado por Jesús...” Mons. Casaretto “afirma que «difícilmente se haya encarado con tanta hondura desde el punto de vista cinematográfico el dinamismo de la tentación» como en la película de Scorsese, pero aclara que, para abordar la cuestión, el realizador «camina en los límites». Según el obispo de San Isidro, a la luz de la fe en Jesucristo, por la que se reconoce a éste como un Dios vivo y presente en la historia, algunas escenas del film «son realmente molestas, y ver al Dios-Hombre en una relación sexual hiere profundamente la sensibilidad de los que creemos en El».”[6] Curioso, los únicos en ver también un problema doctrinal y esgrimir argumentos teológicos son tres estudiantes de derecho, legos en tal matéria[7]. ¿Qué es lo que ocurre? Parece haber demasiada distancia entre las “personas de fe sencilla” y estos teólogos de fe complicada. ¿En quién debemos creer, en el Cristo tipo Hollywood de aquellos o en el Cristo tipo Scorsese de éstos? Lo que ocurre es muy grave. Planteemos bien el problema y hagamos un poco de historia.

Lo que había en el alma de Nuestro Señor

Commentaire au Traité de l’Âme de Aristote – Saint Thomas d’Aquin

Le Saint-Esprit dans la Vie Chrétienne


par le Père A. GARDEIL, O.P.

·          Préface
·          Avant-propos
Chapitres
1.        Le don de Crainte
3.       Le don de Force
4.      La faim de Justice
5.       Le don de Piété
7.       Le don de Conseil
9.      Le don de Science

Préface

Les études que nous publions ont servi de thème à une retraite prêchée en 1923 aux Petites Sœurs dominicaines gardes-malades des pauvres de la maison de Beaune.
Ce n'était pas la première fois que le P. Gardeil entreprenait ainsi, dans le cadre d'exercices spirituels réguliers, l'exposé d'ensemble de la doctrine des Dons et des Fruits du Saint-Esprit. Déjà, pour ne parler Que de son ministère dans cette congrégation, en 1917 à Orléans et en 1923 à Verviers, il avait prêché en des circonstances analogues sur ce sujet, et il y a tout lieu de croire Qu'il fit bénéficier d'autres communautés d'une doctrine spirituelle dont il avait de longue date acquis la maîtrise.
Cet enseignement convient tout d'abord aux âmes consacrées à Dieu, dans l'état religieux; il n'en sera pas moins profitable à tous ceux, prêtres et mêmes laïcs, Qui aspirent à une vie spirituelle élevée. « L'esprit souffle où il veut. » La rosée bienfaisante de ses dons et de ses fruits n'est le privilège, d'aucun genre de vie : elle peut descendre en toute âme sanctifiée par la grâce. C'est donc au sens le plus vrai du mot une retraite sur la vie chrétienne que l'on trouvera dans ces pages.
Nous croyons utile ici d'attirer l'attention sur un point: nous n'avons pas là une retraite fondamentale ou plus exactement la retraite fondamentale sur la Vie chrétienne. L'activité propre aux dons ne se déploie, du moins selon la nature des choses, que sur la base des vertus théologales, par où l'âme prend contact avec le divin, et sur le fondement des vertus morales, par quoi notre vie est rectifiée à l'endroit de Dieu. A ces bases de la vie chrétienne le P. Gardeil consacrait une autre série de conférences dont ici il présuppose les résultats acquis.
L'on en trouvera toutefois dans cette série d'études, particulièrement dans la première, un rappel suffisant pour qu'on puisse, sans autres explications et sans crainte de s'égarer, se situer au point de vue propre de ces réflexions.
Le texte de cette retraite n'est pas de la main du P. Gardeil, qui, selon sa manière habituelle, avait parlé ex abundantia cordis ; il a été recueilli par une de ses auditrices, mais lui-même en avait soigneusement revu la reportation qu'il avait adoptée pour son utilité personnelle: c'est donc une œuvre authentiquée par son maître, dont elle porté d'ailleurs, de manière indéniable, l'empreinte originale. Avec la rigueur théologique de l'exposé, la religieuse qui a pieusement transcrit ces instructions a eu le bonheur de garder quelque chose de cette flamme intérieure, contenue, mais si ardente, qui faisait de la parole du P. Gardeil, en même temps qu'une œuvre de vérité, l'œuvre d'un cœur d'apôtre. Puissent donc ces pages prolonger et étendre, si Dieu le veut, l'action surnaturelle de celui qui certes fut et demeura toujours un théologien, c'est-à-dire l'homme de, la science divine, mais qui avait compris et senti que cette science est en même temps sagesse, science savoureuse, sapida scientia !
Le Saulchoir. Fr. H.-D. Gardeil o.p.


Le Saint-Esprit dans la Vie Chrétienne

Avant-propos

Il nous faut d'abord préciser la place qu'occupe le Saint-Esprit, et particulièrement les inspirations du Saint-Esprit, dans notre vie chrétienne, et pour cela nous faire un tableau d'ensemble des merveilles de cette vie chrétienne que nous sommes destinés à vivre dans sa perfection, car la vie religieuse est la perfection de la vie chrétienne : ce n'est pas une vie à part, elle plonge ses racines dans la vie chrétienne. Elle est plus parfaite par un plus grand amour, plus grand en ce que, non seulement il retranche ce qui est défendu, mais immole ce qui est permis: c'est la différence entre la vie chrétienne et la vie religieuse. Pour l'une et l'autre le commandement est le même : « Tu aimeras Dieu de tout ton cœur, de tout ton esprit, de toutes tes forces » Il y a des âmes chrétiennes qui sont plus saintes que les nôtres, parce qu'elles mènent une vie plus profonde, plus sacrifiées, plus héroïque. Elles ne sont pas pour autant dans l'état de perfection, parce qu'elles ne font pas officiellement profession de tendre à la perfection par le retranchement du permis; elles font bien le retranchement, mais là n'est pas leur soin principal.

I. – La vie chrétienne

quarta-feira, 15 de agosto de 2012

La Physique de Aristote


LA PHYSIQUE
ARISTOTE

Traduction Henri CARTERON, Les Belles lettres, Paris, 1966
Les œuvres complètes de saint Thomas d'Aquin